La mayor de las islas baleares está llena de contrastes. Al sur playas y calas y al norte la Sierra de Tramuntana le proporcionan un carácter único. Recorrer tanto unas como otra fuera de temporada, es un placer para los sentidos. Porque Mallorca fuera de temporada sin estar invadida de turistas es una maravilla.

Empezando el viaje en Palma es fácil recorrer la isla mediante un coche de alquiler. Sin embargo no se puede obviar la magia de la capital en una visita a la isla. Puedes pasear por su calles en dirección al paseo marítimo, pasar por la plaza Mayor y descubrir edificios modernistas y los típicos patios mallorquines, algunos privados y otros públicos. Dos de los más típicos son del Casal Solleric, en el número 27 del Paseo del Borne, y el de Can Vivot, en el número 4 de la calle Can Savellà. Se realizan visitas guiadas por el centro de la ciudad, aunque fuera de temporada es más complicado encontrar una. Otro punto destacable del casco histórico es la iglesia de Santa Eulalia, donde se coronó Jaime II como rey de Mallorca en 1276. con su ábside, sus gárgolas y su alto campanario. El barrio judío también es de interés, con unos pequeños restos de los baños árabes, que son la sala caliente y un par de salas anexas. Por muy poco puedes visitarlos y hacer una pequeña parada en sus jardines exteriores. Desde aquí puedes seguir hacia el puerto por el paseo de la muralla o callejear algo más y dirigirte a la gran joya de Palma.

Esta no es otra que su catedral, la Seu, estampa característica de todas las fotos y postales que verás de la capital mallorquina. Su construcción empezó en el año 1229, tras la conquista de la isla por parte de Jaime I de Aragón, padre del anteriormente mencionado Jaime II, sobre la mezquita mayor, tardando en ser acabada 400 años en estilo gótico. Y cuando entras a la Seu y por su rosetón de casi 100 metro cuadrados llena el espacio con su luz de colores entiendes la magia que existe en esa construcción, creada por la luz que convierte la visita en algo único. Gaudí realizó una gran reforma de la catedral, pero por desgracia ésta no era visitable. Sí lo era la realizada por el artista balear Miquel Barceló, obra controvertida que no te dejará indiferente.

Enfrentada a la catedral, el poder religioso, se encuentra el Palacio Real de la Almudaina, el poder monárquico. De origen árabe, aquí se han hospedado los reyes de Mallorca, de la Corona de Aragón y actualmente lo ocupan los reyes de España cuando están de visita en la isla. Dentro se pueden encontrar restos de baños árabes, tapices y salas ricamente decoradas. Tras el palacio, están los jardines de s’Hort del Rei, donde antes había frutales y hortalizas y ahora los puede disfrutar toda la ciudad, ya que son públicos.

Cerca, ya en la zona del paseo, está la Llotja de Palma, un espacio diáfano sólo roto por las altas columnas helicoidales. Con visita guiada en grupo se puede subir a la terraza, donde hay gárgolas. La entrada es gratuita.

Siguiendo hacia el oeste se llega a Es Baluard, un antiguo bastión defensivo que hoy acoge el Museo de Arte Moderno de Palma, con obras de Picasso, Miró o Barceló y en una ubicación rodeada por las antiguas murallas.

Es aquí donde comienza el barrio de moda de Palma, Santa Catalina, rebautizado como el SoHo, aunque ya se abuse mucho de esta definición para todos los barrios de moda de las ciudades. No viene mal una visita a su mercado, donde entre los puestos tradicionales, también hay algunos en los que puedes comer.

Quizá entre los museos de la ciudad también haya que destacar el de la Fundación Miró, ubicado en los antiguos estudios del artista en Palma, aunque nosotros no llegamos a visitarlo.

Aunque el edificio más destacable de Palma, arquitectónicamente hablando y dejando aparte la catedral, es el castillo de Bellver. Para llegar allí lo mejor es ir en tu propio coche. Las otras opciones son el autobús urbano y luego subir un tramo andando o el autobús turístico, que sí tiene parada a la entrada del castillo. Lo especial de esta fortaleza es su planta circular, de las pocas que existen en construcciones de este tipo en toda Europa. Dentro está el museo de Palma, y desde sus muros tienes unas estupendas vistas hacia cualquier lugar.

Si tienes coche puedes aprovechar para ver las Cuevas de Génova, en el barrio del mismo nombre de la capital mallorquina. Es un recorrido corto, por unas cuevas pequeñas en las que poder ver, a pequeña escala y menos masificado, lo que se muestra en las otras grandes cuevas de la isla, como las dels Hams o las famosas del Drach.

Pero antes de emprender el viaje hacia estas cuevas, vamos a comer algo. Por lo general, y eso que era fuera de temporada, muchos de los sitios de la ciudad tienen los precios algo elevados, especialmente en la zona del paseo marítimo. Pocos sitios podemos reseñar, pues no acertamos, a pesar de seguir las indicaciones de las reseñas de internet, con lugares que nos encantasen. Aunque para tomarte una cerveza, recomendable es ir al Atomic Garden, con cervezas artesanales e internacionales, tanto de barril como de botella.

Fuera de Palma, lo más visitado son las cuevas que hemos mencionado. Las del Drach son las que mayor número de visitantes reciben. No obstante, optamos por visitar las Cuevas dels Hams. Son del estilo, aunque dicen que las otras tienen uno de los lagos subterráneos más grandes de Europa. En ambas puedes observar esas formaciones de estalactitas y estalagmitas que han ido creciendo a lo largo de miles de años, y “disfrutar” de videos proyectados sobre alguna pared, o espectáculos de luz y música. La entrada a las cuevas es bastante cara. Por esta parte de la isla hay muchas cuevas, así que puedes visitar varias o mejor, dedicarte a ver algunas de las calas de Mallorca, que hay muchísimas en toda la isla.

Las que más nos gustaron fueron las del Parque Natural de Mondragó, donde estuvimos un rato en sus arenas doradas después de habernos comido un buen plato de arroz al estilo mallorquín en el Club Naútico de Portocolom.

Camino a esta zona de la isla, puedes aprovechar para visitar algún talayot, construcciones prehistóricas típicas de las baleares. Nosotros estuvimos visitando el de Son Fornes, a pocos kilómetros de la carretera que une Palma y Manacor, a la altura de Montuiri, donde existe un museo arqueológico de esta construcción.

Sin embargo, la gran joya de la isla es la Sierra de Tramuntana, declarada Patrimonio Mundial de la Unesco como paisaje cultural. Lo mejor para realizar una ruta por la sierra, es alquilar un coche, ya que aunque no es un recorrido muy largo, en transporte público no se puede hacer de manera cómoda y no puedes visitar algunas de las calas que hay a lo largo de toda la costa norte de Mallorca. Recorrer la sierra, llena de bosques y granjas visitando los diferentes pueblos es la mejor experiencia que se puede vivir en esta isla balear. Se puede empezar por Valldemosa, con su famosa Cartuja donde se alojó Chopin en sus visitas y empezar a descubrir la singular arquitectura de todos los pueblos de la sierra, de piedra caliza. Puedes tomarte una coca de patata con chocolate en el famoso Ca’n Molins, que tiene varios locales distribuidos por las calles centrales del pueblo. La siguiente parada debería ser Deiá, situada sobre un risco, con el mismo tipo de edificación que su vecina, y pasear por sus calles llenas de encanto.

A continuación encontramos Sóller, donde podemos visitar su plaza central y la iglesia de San Bartolomé, construida hacia el año 1236. También se pueden admirar algunos edificios modernistas e incluso visitar alguno de ellos por dentro. Aquí se puede llegar también en un antiguo tren de madera desde Palma, en un recorrido de una hora de duración y luego tomar un tranvía hasta el Puerto de Sóller si queremos visitar la costa. Los horarios en temporada baja son algo escasos, por lo que se recomienda mirarlos bien si se hace la combinación de tren y tranvía.

El siguiente pueblo que se encuentra en la ruta, y para nosotros el más bonito, es Fornalutx, con calles que suben y bajan, desde la carretera principal, llenas de macetas, que lo convierten en un lugar ideal donde perderse rodeados por las típicas casas de piedra de la zona. Seguidamente, siguiendo la carretera pasaremos a la sombra del Puig Major, el punto más alto de la vista y podremos visitar el Santuario de Lluc, que si no tienes mucho fervor religioso, tampoco es una parada obligatoria. Finalmente llegamos a Pollensa, un pequeño pueblo de bonito centro urbano y con una ermita para la que hay que subir 365 escalones muy empinados. Cerca hay un puente romano, que se puede ver si tienes tiempo. Y si puedes o quieres, más allá está el mirador de Es Colomer, por si no has tenido suficientes vistas desde los miradores que hay a lo largo de la sierra.

Igualmente hay más zonas en Mallorca que explorar, pero estas fueron las que tuvimos el placer de visitar nosotros.

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