Tiré la moneda al aire. “Cara”, dije, pero salió cruz. Miré en el envoltorio del chicle. “Sigue buscando”, me decía el muy cabrón. Rasqué y sólo me salieron dos de las tres figuras iguales. Comprobé el premio de la lotería y cualquier parecido de mi boleto con la realidad era pura coincidencia. A mi lado alguien cantó bingo y yo apenas había tachado dos números en la misma línea. Maldiciendo mi suerte, empecé a vagar sin rumbo. ¿Por qué yo? ¿Qué le pasaba al Universo que no era capaz de repartirme un poco de fortuna? Sin darme cuenta, llegué a tu portal justo en el momento en que tú salías. Te acercaste a mí, me miraste con amor y me besaste apasionadamente. En ese momento, lo entendí todo.

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